El Archivo Nacional Histórico, cuenta entre su acervo patrimonial más preciado, el escrito original, del día viernes diez de enero de 1544. El escribano del Cabildo de Santiago, don Luis de Cartagena, presentaba al consejo santiaguino conformado, entre otros, por Pedro de Valdivia, las circunstancias conocidas por todos, que llevaron a la pérdida de las actas originales, que daban cuenta de la voluntad de los españoles de asentarse de manera definitiva, en estos lugares. Como dice el mismo Cartagena "...que ya les es público, y consta como el día, que los indios de esta tierra se rebelaron y vinieron con mano armada contra esta dicha ciudad, quemaron, y pusieron en términos de perderse todos los cristianos que en ella estábamos y la defendimos; se me quemó un libro en que estaban asentados los cabildos y acuerdos que V.S. y mercedes habían hecho, así de la fundación de ella, como en los términos que se les señalaron, y el repartimiento de solares y chácaras , y medida que han de tener,..."
La pérdida de los documentos fundacionales, ocurrida el día once de septiembre de 1541 a manos de los hombres del cacique Michimalonco, significaba para los europeos, la carencia de los testimonios materiales de su conquista territorial de esta región llamada por ellos "Nueva Extremadura". Por eso, el mismo escribano, reescribió las actas destruidas en cartas viejas y en cueros de ovejas. Sin embargo, las dificultades en que se vieron enfrentados los españoles, hicieron que los perros, hambrientos, se comieran el cuero en que el escribano, había dejado testimonio de las resoluciones del Cabildo. Por su parte las cartas, hechas de un papel de baja calidad, se despedazaron completamente.
La provisión de papel, solo llegó en septiembre de 1543, con Alonso de Monroy, quien había sido comisionado por Pedro de Valdivia, luego de los sucesos con Michimalonco, para viajar a Lima a solicitar ayuda a sus amigos, que se habían quedado en la capital virreinal y así poder hacer frente a las vicisitudes en "Santiago".
Luis de Cartagena, fabricó el libro con el papel traído del Perú y cubrió las hojas con cuero de becerro. Luego, pidió la autorización para que él, junto con don Joan de Cárdenas, escribieran todas las actas pérdidas desde la misma fundación de Santiago en adelante, hasta inicios de 1544. Una vez escritas debían ser ratificadas con su rúbrica, por las autoridades del Cabildo.
Los testimonios escritos, logran a veces superar los más increíbles avatares. El acta de fundación de la capital de Chile tuvo que reescribirse dos veces antes de la definitiva. Seguramente, solo la primera versión contó con cierto cuidado de forma y estilo; la tercera en su modesta presentación, fue la que perduró hasta nuestros días, como reflejo de tiempos en que dominó el desencuentro de dos pueblos que mantienen contacto hasta hoy.
Ver: Fundación de Santiago, 12 de febrero de 1541