En marzo de 1925 los trabajadores ferroviarios –organizados por la Federación Obrera de Chile (FOCH)– comienzan infructuosas negociaciones por mejores condiciones laborales y salariales, iniciándose diversos mecanismos de lucha de los obreros, llegando finalmente a la huelga.
En abril de ese año, los obreros del salitre adhieren a la paralización, entre los días 7 y 12, presentando sus propias demandas. La huelga termina con negociaciones por separado de los gremios, logrando mejorar muy poco las condiciones de los trabajadores.
En un agitado clima social, los obreros retornan a sus faenas mineras con descontento de los resultados de la negociación, sucediendo diferentes hechos que van exaltando las relaciones entre la organización obrera, las autoridades y los patrones mineros. El 28 de mayo, la oficina San Pablo se declara en huelga; el 31 de mayo, son deportados al sur del país desde Pisagua –a bordo del vapor Mapocho– 33 dirigentes de la FOCH; el 2 de junio, se clausura y allana por autoridades policiales el periódico “El despertar de los trabajadores” de Iquique.
El 3 de junio, la FOCH resuelve la realización de una huelga general por 24 horas, convocando distintas concentraciones en el Cantón de San Antonio, produciéndose enfrentamientos en el pueblo de San Antonio entre los obreros y las fuerzas policiales, resultando muertos dos policías. Un día después, el 4 de junio, los obreros se tomas las oficinas Galicia y La Coruña, iniciándose una huelga general que significó la toma de numerosas oficinas salitreras.
El gobierno de Arturo Alessandri Palma declaró a las provincias de Tarapacá y Antofagasta en estado de sitio y designó como jefe de plaza al general Florentino de la Guarda, se enviaron refuerzos militares a los puertos de Iquique, Pisagua y Mejillones, en los buques de guerra Zenteno, O’Higgins, Lynch, Riquelme y Williams Rebolledo.
El intendente de Tarapacá, Recaredo Amengual, dispuso la subida inmediata de las tropas de infantería del Carampangue y de caballería del Granaderos, sumado a algunos marinos para combatir las sublevaciones de los obreros. El coronel Acacio Rodríguez solicitó el refuerzo del grupo de artillería General Salvo, que con cañones y municiones de mayor alcance bombardearon las instalaciones de la oficina salitrera, tras los fuegos de artillería algunos obreros huyeron por la pampa, se produjo un gran incendio que consumió viviendas, bodegas, almacenes, talleres, produciéndose el escape de hombres, mujeres y niños mientras los soldados disparaban, arremetiendo finalmente la infantería y caballería.
Una vez sitiada la oficina La Coruña, se encarceló y torturó a los obreros que no habían huido, las persecuciones se hicieron por diferentes oficinas salitreras que se habían adherido al paro, 600 obreros fueron apresados en la pampa y enviados al velódromo de Iquique.
La matanza de la Coruña es la segunda masacre de obreros después de la Escuela Santa María de Iquique, se estima que fueron asesinadas una cantidad de 2.000 personas, entre hombres, mujeres y niños, las autoridades gubernamentales dieron una cifra de 59 muertos.
Los documentos adjuntos están resguardados por el Archivo Regional de Tarapacá.