Inauguración Exposición "La Ollita Hervidora"
Tomando en cuenta estos predicamentos, nos hemos asignado la tarea de impulsar la creación de un archivo culinario de los pueblos, de las culturas locales y de los saberes. Un archivo que registre las memorias, albergue los estudios y contribuya a que los saberes perduren y se compartan a través de las voces y las confianzas.
Ollita hervidora suena a alquimia del saber. Transformación de texturas, sabores olores, colores, que hacen sonar los metales o el barro para dar origen a comidas de celebración, de trabajo, de mesa familiar, de pausa en la faena de la cuadrilla o de la conversación alrededor del fuego . También ollita hervidora suena a secretos de preparaciones, a datos guardados en la memoria, a pruebas hechas con una receta original en la mano que se recrea en la libertad de las vueltas de la cuchara en la olla o en los batidos y cortes de nuevos ingredientes con la ayuda otorgada por la flexibilidad de las verduras, la compañía de los granos, las visitas escasas pero abundantes de las carnes o la amabilidad de los huevos. Ollita hervidora suena a saber de los pueblos, historias y tradiciones que se van traspasando de boca en boca, entre manos que cocinan y que quieren registrar preparaciones en un papel, un cuaderno o en el doblez de una hoja de almanaques o de folletines. En estas preparaciones y recetas del arte culinario de los pueblos hay movimientos coloidales, ebulliciones y reposos fuera del fuego. Pero las ollas no siempre han sonado con voz propia, también hay olvidos y en ocasiones desconsideraciones desde las letras, los registros y los estudios. Se ha dicho que lo que no se escribe no perdura, que lo que no se registra no existió y que lo que no se muestra no puede ser compartido. Así hoy, las ollas que hierven en los fogones, estufas o en las cocinas de las localidades y pueblos corren el riesgo del olvido, de que no se conozca su existencia y sus contribuciones a nuestra identidad.. Tomando en cuenta estos predicamentos, nos hemos asignado la tarea de impulsar la creación de un archivo culinario de los pueblos, de las culturas locales y de los saberes. Un archivo que registre las memorias, albergue los estudios y contribuya a que los saberes perduren y se compartan a través de las voces y las confianzas. La ollita hervidora quiere poner a cocinar en la Biblioteca Nacional de la capital , el archivo de la oralitura culinaria. Quiere acoger a las cocinas, a las cocineras y cocineros de los bosques, mares, terruños y comarcas, a las preparaciones de los pueblos originarios y aquellos que se han avecindado en nuestro territorio Quiere compartir saberes, tradiciones y valores, pero a la vez a quiere reconocer y hacer respetar la importancia y pertinencia de estos saberes y haceres locales que constituyen patrimonio cultural. Por ello desde el Archivo de Literatura Oral de la Biblioteca Nacional invitamos a constituir el archivo de la oralitura culinaria, un archivo de los pueblos que guarde y comparta voces, letras, cantos, recetas, escritos de puño y letra de sus cultoras o inventoras en su idioma propio, con sus expresiones y modos. La oralitura culinaria es un saber colectivo . Los archivos son espacios públicos que deben permanecer bajo el principio del compartir. En tiempos antiguos no existía el concepto de copy rihgt ( derecho de autor)-. Los autores, artesanas, cocineras, marinos, y agricultores se copiaban los unos a los otros y esta práctica resultaba útil. Es más, así perduraron en el tiempo los trabajos de muchos autores. El sistema de derechos de autor fue creado expresamente con el propósito de promover autoría. En el ámbito para el que se inventó - los libros cuando sólo podían ser copiados de manera masiva y a bajo costo en una imprenta - hacía poco daño y no obstruía su acceso a la mayor parte de las personas que leen libros. Pero el mundo ha cambiado mucho desde entonces. Hoy los precios de las medicinas, de los programas computacionales, de las semillas y tejidos, los libros, la comida, están determinados por las patentes y es el precio el que determina su acceso, mientras que el cuerpo social que los produce y los transmite pierde el control sobre los principios que generaron el saber colectivo. Así, el concepto de propiedad intelectual va generando resultados especialmente adversos. El principio de un archivo patrimonial es que se debería enseñar a la gente que compartir es algo beneficioso y que los derechos de autor no son para bloquear el acceso a las publicaciones o a la oralitura. Cada archivo patrimonial debiera ser libre de garantizar un acceso transparente a cada publicación para que nadie quede excluido. Este archivo de saberes de pueblos es por lo tanto de dominio público, permite compartir sus bases y los avances o cambios que se van produciendo en nuestras cocinas, pero también hoy puede dar lugar a que alguien lo registre a su nombre y lo privatice, cancel