Mediados de 1969: Miguel Enríquez y sus compañeros se sumergen en la clandestinidad. Son arduamente perseguidos por la policía política del gobierno de Eduardo Frei Montalva, quien primero los busca por una acción de represalia realizada en Concepción contra un periodista que llevaba una campaña denigrante contra el MIR, y más adelante, ya los busca por su responsabilidad en las expropiaciones bancarias, que tenían por objeto financiar a la organización y sectores populares en lucha.
El diario El Clarín dio cuenta de estas acciones con titulares como los siguientes: “El MIR pasó a buscar su mesada al Banco del Trabajo” o “Sólo a los ricos le quitamos la plata”. En misiva a sus padres, Miguel les dirá: “Jodidos te salieron tus hijos, ni después de casados te dan paz, pero nos criaron demasiado bien: pudimos leer, estudiar, no tuvimos problemas mayores y nos enseñaste a vivir de acuerdo con nuestros principios. Eso hacemos. Creo que si todo lo que nos proponemos resulta, como estoy seguro ocurrirá, podrán estar orgullosos de sus hijos y se acordarán de lo pasado entre risas”. En otra carta anotará: “nosotros convertimos posibles derrotas en victorias”.