Durante el siglo XX, la humanidad se vio enfrentada a una serie de sucesivas guerras a escala regional y mundial, que impactaron profundamente a los países y sociedades que se vieron involucradas. Una de las consecuencias más palpables fueron las migraciones forzosas que provocaron cada uno de esos conflictos bélicos, con millones de personas desplazadas, expulsadas o que huyeron de sus territorios de origen.
Después de la Primera Guerra Mundial siete millones de habitantes debieron cruzar las fronteras para asentarse en otro país. La Revolución Rusa y su posterior Guerra Civil provocaron la huida de dos millones de personas. El triunfo del Régimen nazi, en 1933, provocó el exilio de más de 500 mil personas. La Guerra Civil Española y el triunfo del franquismo provocaron el exilio de más de 500 mil españoles. Durante la Segunda Guerra Mundial 50 millones de europeos fueron deportados o expulsados. Posterior al conflicto, más de 14 millones de personas vieron modificadas las fronteras de sus países y debieron trasladarse forzosamente.
En este contexto histórico y como contraparte, posterior al triunfo del Frente Popular en Chile, nuestro país recibió a gran cantidad de migrantes provenientes de Europa, dada la lejanía, insularidad y neutralidad de nuestro país frente a los conflictos que asolaban el mundo por aquellos días. Dos de los mayores flujos de migrantes fueron del exilio republicano español (a través del vapor Winnipeg), y las comunidades judías que huían del Holocausto en Europa. En palabras del Ministro de Relaciones Exteriores de la época Abraham Ortega, Chile estaba volviendo a la “nobilísima tradición del pasado siglo que quiso que el país fuera el asilo de todos los perseguidos, y a la política restriccionista del pasado Gobierno sucedió una solidaria con los hombres que han padecido horribles desgracias” (El Imparcial, 28 de mayo de 1940). Muchas de estas personas no volvieron nunca más a sus tierras de origen y permanecieron en Chile desarrollándose en distintas áreas, contribuyendo así a la cultura de nuestro país.
El Archivo Nacional de la Administración atesora en su patrimonio documental gran parte de estas memorias, en los fondos Ministerio del Interior y Ministerio de Relaciones Exteriores, donde se pueden encontrar decretos de permanencia y nacionalización, pasaportes, listados de pasajeros, oficios con comunicaciones diplomáticas relativas a la migración y solidaridad con estas comunidades.
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Imagen: Llegada de refugiados españoles a bordo del Winnipeg, 1939. Museo Histórico Nacional, Nº inventario N-000948.
