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Golpe de Estado - Resistencia

Miguel Enríquez.

Beatriz Allende, la Tati, embarazada de siete meses y con un revolver en mano, logra romper el cerco policial para ingresar a La Moneda la mañana del 11 de septiembre de 1973. Tati cumple la tarea de coordinar vía telefónica los primeros despliegues de la resistencia. Se entera de que en Indumet, una fábrica del cordón industrial del área sur de Santiago, los dirigentes de la izquierda chilena se dan cita para aunar fuerzas y enfrentarse a los militares golpistas. Suena el teléfono. Es Miguel Enríquez. Es su amigo y compañero de las primeras revueltas estudiantiles en Concepción. Miguel le propone que un comando del MIR rescate a Salvador Allende desde la casa de gobierno para que, sumergido en los sectores populares, conduzca la resistencia contra la dictadura. Allende responde: “Dile a Miguel que ahora es su turno”. Tras la muerte del Presidente, Miguel escribirá a Tati: “A pesar de las diferencias que nos separaron con tu padre, la estimación y el cariño nos unía a él. Hoy, ante tanto cobarde y desertor en la izquierda de Chile, la figura de tu padre y la forma heroica que entregó su vida defendiendo sus convicciones se engrandece históricamente”.

Luego del golpe de Estado, el destino de todos, la libertad, la educación y la salud pública, los derechos sindicales, el derecho a la vivienda, la dignidad, la democracia participativa, se jugaban en la resistencia contra la dictadura. La responsabilidad de la organización, con Miguel en primera línea, era librar la batalla: “El MIR no se asila”.

 Resistencia – Bauchi

En sus cuadernos de juventud Miguel escribe: “Debe ser horrible luchar en un Frente, sin poder hacer otra cosa que luchar, vencer o morir, Patria o Muerte. Lo peor sería para mí ver caer [a] mis amigos, en especial Darío y Bauchi [Bautista van Shouwen]. Verlos morir y no poderlos ayudar, me sentiría responsable”. Ese día llegó. La noticia no tarda: Bauchi ha sido detenido por los aparatos represivos. Miguel se desespera y rompe todas las reglas de la clandestinidad. Va al lugar donde es apresado. Recorre Santiago en su búsqueda. No deja de pensar en cómo rescatarlo de las entrañas de la dictadura. Le escribe a Tati: “Te ruego que hagas todo lo que puedas públicamente por Bauchi quien, como sabes, fue detenido, torturado y no habló nada”.

Sin embargo, en medio de la ofensiva de la máquina de matar, Miguel continua su trabajo, la vida de un dirigente de la resistencia. Es urgente caracterizar el período histórico, entonces estudia, reflexiona y escribe el primer documento de análisis y la línea política a desarrollar. Para construir “una auténtica resistencia popular contra la dictadura fascista”, llama a conformar un amplio frente que reúna a todos los partidos, incluso al sector progresista de la Democracia Cristiana. Unidos, “La resistencia popular triunfará”.

El combate por la vida

Ese sábado 5 de octubre de 1974, Miguel Enríquez resiste a lo irresistible. El acto libre de un hombre libre. Miguel no llevaba la muerte en sí mismo, todo en él era músculo, flexibilidad y sentidos y se podría enumerar una larga lista de proyectos que lo habitaban, todos sensatos. La muerte provino de una voluntad extranjera a su cuerpo. La justicia ha condenado a los ejecutores del crimen de Estado y concluido a la legitimidad del combate por la vida.

En la casa de la calle Santa Fe hay vida verdadera, amor, música, juegos de niñas, risa y también lágrimas. En ese espacio se vive cada gesto, cada acción, cada palabra como si fuera el último. Afuera, en las calles, cada tarea es una apuesta por la vida, no sólo la propia sino la de todos, la del pueblo. Cada nueva caída de un compañero es apretar los dientes, desafiar lo incierto, intentar que la muerte no siga avanzando.  Miguel tiene 30 años, dos hijos y otro por nacer, es médico, militante e intelectual revolucionario.

Como constructor político de una nueva vida, justa, igualitaria y digna, Miguel hizo todo lo que estuvo a su consecuente alcance para sobrevivir a la maquinaria de la muerte. Resiste hasta su último respiro, no para convertirse en leyenda, sino para seguir “adelante con todas las fuerzas de la historia”

 

 

Revista.
Escritura en agenda.
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