Construir una nación implicó para los libertadores dejar plasmado en tinta sus propósitos. Pero antes había que construir el Estado. La construcción de la patria sería una tarea más tardía que se realizó de generación en generación en el transcurso de doscientos años.
Este proceso se refleja el Acta de Instalación de la Primera Junta Nacional de Gobierno en Santiago, el 18 de septiembre de 1810 y en la Proclamación de la Independencia de Chile, el 12 de febrero de 1818.
La construcción de una nación consistió en buscar la integración de sus habitantes. Las primeras acciones se orientaron a buscar la igualdad jurídica de todos los chilenos, objetivo que se logró con la declaración del gobierno de Chile aboliendo los títulos nobiliarios el 15 de septiembre de 1817 y en la declaración que instauró la denominación de chilenos a todos los nacidos en el territorio nacional el 3 de junio de 1818.
Selló esta etapa del proceso el decreto de abolición de la esclavitud en Chile del 28 de julio de 1823, firmado por Ramón Freire.
El derecho de iniciar la construcción de la patria futura se logró primero ganando la libertad política y ésta se conquistó en el campo de batalla.
Dos hechos esenciales de este proceso quedaron plasmados en documentos: el parte enviado desde los Llanos de Lo Espejo a Santiago el 05 de abril de 1818 por José de San Martín a Bernardo O'Higgins al término de la Batalla de Maipú y el Decreto firmado por Bernardo O'Higgins y José Ignacio Zenteno, que oficializó la denominación de "Ejercito Libertador del Perú" al cuerpo militar encargado de esa operación internacional el 9 de mayo de 1820.
En opinión de O'Higgins y San Martín, la liberación del Perú del dominio español era la jugada clave para asegurar la independencia de esta parte de América.
Entre 1821 y 1823 los dos máximos exponentes de nuestra independencia -con distinta suerte- experimentaron los costos de ejecutar sus respectivos idearios políticos.
Las palabras de despedida que desde la cárcel de la ciudad de Mendoza escribió José Miguel Carrera a su esposa Mercedes Fontecilla durante las horas previas a su fusilamiento se enmarcan en este contexto.
El Acta de abdicación al cargo de Director Supremo de la República de Chile, Bernardo O'Higgins Riquelme, el 28 de enero de 1823, como preámbulo de su partida al exilio en el Perú tiene similar valor.
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