Bajo el espectro del final de la Primera Guerra Mundial,[1] en 1919, se formó el “Partido Obrero Alemán” (Deutsche Arbeiter Partei, DAP). Ese año ingresó Adolf Hitler como miembro, asumiendo el rol de jefe de propaganda. En 1920 se cambió el nombre a “Partido Nacional Socialista Obrero Alemán”, más conocido como Partido Nazi.[2]
El Partido Nazi fue uno de los que manifestaba su descontento con la rendición de Alemania y la imposición de fuertes medidas compensatorias al país después de la Primera Guerra Mundial, lo cual provocó una reacción nacionalista en la población que no comprendía el resultado de la guerra.
El nuevo régimen que se estableció, la República de Weimar, tuvo que enfrentar problemas económicos, sociales y políticos. Esto incluyó levantamientos de distintos sectores políticos y la dificultad para establecer su autoridad. Entre los distintos intentos de golpe de Estado ocurrió el del Partido Nazi, en noviembre de 1923, bajo el liderazgo de Adolf Hitler. Hitler fue condenado a cinco años de cárcel, aunque es liberado tras 10 meses. Durante esos meses en prisión escribió su libro “Mi Lucha” (Mein Kampf).
En esta obra presenta su plataforma ideológica con la cual Partido Nazi crecerá durante la década de 1920, y llegará al poder en 1933. El texto expone:
Autoritarismo y autoridad total del líder: el Führer, o líder supremo, tenía la autoridad y control frente a todas las instituciones y organizaciones del régimen nazi y sobre todos los ciudadanos. Se esperaba una lealtad total al líder.
Estado totalitario: se establecía un control en todos los aspectos de la vida cotidiana, que los límites entre el espacio público y el privado se borraron. Toda actividad dentro de Alemania pasaba a estar supeditado a contribuir al partido nazi y a la lealtad al Führer.
Antiparlamentarismo: rechazo a la forma democrática de elecciones por mayoría, porque considera que el líder y el partido tienen la autoridad absoluta. Rechazan la participación de todas las personas, sólo acepta la de aquellos considerados ciudadanos.
Libertades individuales: son sometidas al interés general del partido, y son sólo para aquellos que son considerados ciudadanos.
Racismo/Estado racista: el racismo fue una parte esencial de la ideología nazi. Proponía que los seres humanos estamos divididos en razas, estando en la cúspide como una “raza superior” la raza aria de la cual los alemanes eran sus principales representantes. Asimismo, había razas inferiores, como los eslavos y negros; y grupos que se encontraban en las escalas inferiores de las categorías raciales, como los judíos. El nazismo identifica a los judíos como su “enemigo racial”, la antítesis de la raza aria. La presencia de los judíos en Alemania significaba una amenaza a la pureza racial, por lo que buscaban eliminar a los judíos del país. Esta forma de entender el mundo fue inculcada a los alemanes a través de las escuelas cuando el nazismo llegó al poder, en 1933. El Estado comienza a adoctrinar a la juventud en las teorías racistas por medio de una educación racial.
Sólo quienes son de raza aria pasan a ser ciudadanos.
Uso de la fuerza: era considerado como un mecanismo efectivo para imponer la ideología nazi.
Espacio vital: es un concepto esencial de la ideología nazi, vinculado con las necesidades de la raza aria para su desarrollo. Según el nazismo, la raza aria necesitaba espacio para desarrollar su destino. Luego de la Primera Guerra Mundial, los límites de Alemania habían sido reducidos, por lo que era necesario expandirse y conquistar los territorios en los que habitaban personas de raza aria. Así, se lograría equiparar la superioridad de la raza aria con su extensión territorial.
El partido fue aumentando su presencia en la política durante la década de 1920 sin tener una votación mayor al 3%. Tras la crisis económica, de 1929, el sistema político en Alemania se vio afectado de forma profunda. En las elecciones de 1930, tanto el partido nazi como el partido comunista pasaron a tener cerca del 20% en el Parlamento Alemán, el Reichstag. En 1932, el Partido Nazi, con un 30%, tuvo la mayor representación en el Parlamento Alemán.
Tras los resultados, en 1932, y junto con una alianza con el Centro Católico y los nacionalistas, Hitler fue nombrado como Canciller por el Presidente Hindenburg. Una vez como canciller, Hitler logró concentrar todo el poder y convertirse en el Fuhrer alemán, así comenzó la destrucción de la democracia alemana. En julio de 1933, todos los partidos, excepto el nazi, son prohibidos y se impidió la formación de nuevos partidos políticos, dejando a los nazis como la única organización política.
Con Hitler y el Partido Nazi en el poder comenzó una difusión de su ideología a través de la propaganda y educación estatal, que incluía la transmisión a las colonias alemanas en distintas partes del mundo.
Los Nazis y América Latina
El Partido Nazi mostró un gran interés en América Latina. La presencia de alemanes y sus descendientes en el continente, así como su posición geográfica y su inicial inclinación hacia el discurso nacionalista, que proponía el partido nazi, promovió el desarrollo de propaganda y vínculos entre los nazis alemanes y sus seguidores en Latinoamérica. A través del Ministerio de Asuntos Exteriores, de los encargados diplomáticos y de la organización para el extranjero del Partido Nazi se fueron formando redes de apoyo y de espionaje a favor de Alemania, y la formación de a los militantes del partido en distintos países. Por último, el Instituto Iberoamericano de Berlín funcionó como un centro de penetración nazi en América Latina, que buscaba ampliar la influencia económica, ideológica y cultural nazi. [3]
El espionaje fue común en todos los países de América Latina, en los cuales distintos agentes de la Alemania nazi se movían recabando información y transmitiéndola a través de radios de largo alcance. A través de la investigación del Departamento 50 se descubrió que Chile era un engranaje de la maquinaria de espionaje nazi en América Latina. El capitán de la marina mercante alemana, Albert Von Appen, conocido con el nombre secreto de “Apfel” (manzana en alemán) coordinó esta red en el continente latinoamericano. Von Appen estaba a cargo de reclutar y entrenar a los espías nazis y de coordinar la red de espionaje. Además tenía como misión el sabotaje de centros estratégicos en la región, en especial el Canal de Panamá.[4]
América Latina también fue considerada como un posible refugio para los jerarcas nazis en caso de que perdieran la guerra.
Antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial, se encargó a los espías en América Latina establecer una red de apoyo y sustento en caso de una derrota. En la llamada “Operación Tierra del Fuego” se traspasó dinero e invirtió en distintas empresas locales[5]. De especial importancia fue la llegada de nazis a Argentina después de la Segunda Guerra Mundial, apoyados por el gobierno de Juan Domingo Perón.[6]
Nazis y Chile
La ideología y cosmovisión nazi penetró distintas áreas de la vida en Chile, incluyendo las Fuerzas Armadas, las escuelas alemanas en Chile, la formación de médicos profesores y antropólogos, entre otros.[7]
Chile fue considerado de especial interés por las redes nazis, por su posición geográfica en el Océano Pacífico, en el acceso al Canal de Magallanes (ante la posibilidad de destruir el Canal de Panamá, que se encontraba entre los planes de sabotaje estratégicos de los espías).
En Chile hubo tres medios a través de los cuales los nazis tuvieron influencia. El primero fue a través de los alemanes nazis residentes en Chile, en especial los representantes diplomáticos, quienes tuvieron un rol importante en la difusión ideológica y conformación de redes de apoyo y espionaje a favor de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.
Los agregados comerciales y políticos de los consulados en Santiago y Valparaíso tuvieron un transcendental papel en organizar y coordinar la red de espionaje que se estableció a lo largo de Chile. A cargo de la red se encontraba el embajador Barón Von Schoen, el agregado comercial Walter Boettger, que era el jefe del partido nazi en Chile, y el agregado militar Ludwig Bohle.
El segundo origen de los espías correspondió a algunos de los alemanes residentes en el país y algunos descendientes de alemanes nacidos en Chile, hijos y nietos de inmigrantes. La mayor parte de ellos residía en el sur de Chile, desde donde establecieron redes de apoyo y espionaje para la Alemania nazi. Esto incluyó periódicos y radios, asociaciones periodísticas, agencias de noticias, como Transoceanic, organizaciones culturales, juveniles, entre otros, a través de los cuales difundían su ideología y promovían la lealtad al Tercer Reich. También formaron milicias paramilitares e ideológicas que tenían entrenamiento a través de la estructura del partido nazi en Chile y con el apoyo de los diplomáticos alemanes en Chile. En 1932, se había formado en el país la división extranjera del Partido Obrero Nacional Socialista Alemán, que dependía directamente de Hitler y sus representantes en Chile.[8] Esta organización fue considerada como una “Quinta Columna” por la Dirección General de la PDI.
Finalmente, junto con la extensión chilena del partido nazi, hubo una serie de asociaciones pro nazi que mantuvieron redes de apoyo para los países del Eje. Entre ellas se encuentran los dos partidos nazis que se formaron en Chile. Estos partidos estaban integrados tanto por descendientes alemanes como por chilenos sin ascendencia alemana evidente, admiradores de Alemania y simpatizante con la ideología nazista. Estos fueron el Movimiento Nacional Socialista (1932-1938), de Jorge Gonzalez Von Marées (luego Vanguardia Popular Socialista, VPS), y el Partido Nacional Fascista (1938-1940), de Raúl Olivares Maturana.[9] Ambos partidos tuvieron una fuerte influencia en la discusión política de Chile, donde González Von Marées era diputado. Los partidos tenían también sus medios de difusión a través de distintos periódicos, como Trabajo, Acción Chilena y La Patria, entre otros. Estos partidos tuvieron cabida en el país por la inestabilidad política tras la crisis económica de 1929, tal como en Alemania fueron una respuesta ante la quiebra “del proyecto económico y político liberal”. [10]
Con el transcurso de la guerra se identificó través del Departamento 50, dos redes de espionaje que entregaba información a los nazis. El trabajo de la PDI fue esencial para que Chile cortara sus relaciones con Alemania.
Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial hubo una renovada influencia de alemanes nazis en América Latina y Chile. Varios líderes alemanes encontraron refugio en el continente, cuando buscaban escapar de los juicios de guerra generados por los aliados.
Entre los jerarcas nazis y militares que llegaron a Chile destacan Walter Rauff y Paul Schaeffer. Walter Rauff fue uno de los gestores del uso de camiones como cámaras de gas para asesinar a los grupos perseguidos por los nazis. Dado que Rauff creó y diseño parte de la maquinaria de la muerte nazi, es acusado de genocidio. Después de la Segunda Guerra Mundial estuvo en Italia, Siria y Ecuador, para asentarse de forma definitiva en Chile. Desde 1962, fue solicitado por la justicia internacional para ser juzgado por sus crímenes, y la Corte Suprema rechazó los llamados de extradición. Un nuevo intento por llevarlo a los tribunales internacionales sucedió en durante el gobierno de Salvador Allende. El Presidente chileno reiteró su rechazo sustentando la independencia de la justicia chilena. Una nueva petición solicitó la expulsión de Rauff de Chile en 1984, tras una orden de arresto emitida en Alemania. A pesar de las gestiones de personeros y figuras de derechos humanos internacionales, Rauff muere, en 1984, sin ser juzgado.
Asimismo, a mediados de la década de 1950, se estableció en las cercanías de Parral, un enclave de refugiados nazis y alemanes. Desde 1961 fue dirigido por Paul Schaeffer, quien había participado en el ejército alemán y había escapado de la Alemania Federal por acusaciones de abuso sexual. Ya, a mitad de los sesenta, había acusaciones de abuso sexual y adoctrinamiento en la colonia. Para los años después del golpe militar de 1973, Colonia Dignidad se convirtió en un centro de detención y torturas clandestino. En dicho lugar se realizó también espionaje y entrenamiento para los militares en el poder.
Finalmente, recapitulando sobre los nazis en Chile es necesario recordar que una figura importante de este movimiento e ideología en el país fue el escritor Miguel Serrano, quien desarrolló parte del nazismo esotérico que se difunde en Chile en la actualidad.
Citas
[1] https://books.google.es/books?hl=es&lr=&id=pXcPAgAAQBAJ&oi=fnd&pg=PT5&dq=1914-1918+Historia+de+la+Primera+Guerra+Mundial+Stevenson&ots=t6RpNHUg9C&sig=HiE3STxU60q71PaYjvbN8Z0et_c#v=onepage&q=1914-1918%20Historia%20de%20la%20Primera%20Guerra%20Mundial%20Stevenson&f=false
https://www.amazon.com/1914-1918-Historia-Primera-Guerra-Mundial-ebook/dp/B00GM28E94
[2] http://www.shoamemoriaylegado.com/etapadesp_surgimientonazismo.html
[3] Victor Farías, Los Nazis en Chile, (Barcelona: Six Barral, 2000)
[4] http://www.nuevopoder.cl/pdi-archivos-desclasificados-revelan-redes-del-nazismo-en-chile/
“PDI: archivos desclasificados revelan redes del nazismo en Chile”
[5] María Soledad de la Cerda, 232-235
[6] Uki Goñi, La Autentica Odessa: la Fuga nazi a la Argentina de Perón; Holger M. Meding, Lucía de Stoia, La ruta de los Nazis en tiempos de Perón.
[7] Victor Farías, Los Nazis en Chile, (Barcelona: Six Barral, 2000).
[8] Como es el caso de Walter Boettger Lehmann, quien era el agregado comercial de la embajada y al mismo tiempo el Jefe Territorial para Chile del NSDAP.
[9] Para un análisis detallado de estos dos partidos nacistas, se puede leer Guzmán, Gustavo, La Patria sin Judíos. Antisemitismo nacionalista en Chile, 1932-1949. Los casos del Movimiento Socialista y del Partido Nacional Fascista, Tesis para optar al grado de Magíster en Historia, Universidad de Chile, 2012.
[10] Guzman, Gustavo, p.42