El deceso del toqui Caupolicán, el 27 de junio de 1558 que integra un grupo selecto de personajes de nuestra historia cuyas circunstancias en que ocurrieron sus muertes, son recordadas permanentemente en nuestro país. Por ello pueden calificarse, como muertes inmortales.
El toqui Caupolicán fue apresado por los hombres del gobernador García Hurtado de Mendoza sin mayor resistencia o enfrentárseles con los medios a su disposición. Parece que la sorpresa con que actuaron sus captores, ayudados por un indio delator, dejó sin reacción al jefe mapuche quien no atinó sino a esconderse como uno más entre sus compañeros. Ello le significó el desprecio de su mujer Fresia que según Alonso de Ercilla en "La Araucana", le arrojó uno de sus hijos, indignada porque su "padre" no había luchado por la libertad de su pueblo y de su familia.
Diego de Rosales basándose en el texto de Ercilla describió de la siguiente manera los acontecimientos:
"Salió un día de grandes lluvias el capitán D. Pedro de Miranda con cuarenta soldados y la guía, y llegando a media noche a la quebrada, estando como a media legua del rancho, dixo la guía que no podía pasar de allí, ni era bien que se entendiesse de él que vendía su sangre, que el rancho estaba allí cerca al fin de la quebrada, que fuesen los españoles y diesen al reir del alba un albazo, que luego darían con él. Dejáronle atado a un árbol para si les mentía colgarlo en él, pero anduvo fiel a los españoles, aunque infiel a su patria. Dieron el Santiago a la alborada con todo silencio, y aunque fueron sentidos de una centinela que fue a dar aviso a Caupolicán, llegaron los españoles tan a tiempo que no les dieron lugar a huir. Peleó un rato ayudado por algunos indios que con él se hallaban, pero los españoles los apresaron de suerte que se hubieron de rendir y dexar atar, encubriéndose Caupolicán y diziendo en cifra a los suyos que no digesen quien era, y solo dixo que eran unos pobres indios los que allí estaban y que temerosos de los asaltos de los españoles vivían en aquella quebrada, y aunque preguntaban los españoles por Caupolicán dezian que no estaba allí y él se encuibría".
En el instante que el cronista hace entrar en escena a Fresia quien viendo preso y atado a su esposo "le comenzó a valdonar de hombre de poco valor y a preguntarle que donde estaban sus trazas y su valentía, nombrándole por su nombre..." le arrojó a su hijo y dijo "Toma, Caupolicán, tu hijo y críale tú, que yo no le quiero criar ni tener por hijo, pues ni as sabido guardarte a ti ni a tus mujeres".
Arrepentido, tal vez, de su actitud, Caupolicán enfrentó el empalamiento que le impuso el capitán Alonso de Reinoso sin reflejar dolor alguno. También, de seguro, como último ejemplo y aliciente para el pueblo mapuche prosiguiera su lucha libertaria contra los invasores europeos.
La entrada en la escena histórica del toqui Caupolicán había ocurrido hace menos de un año de estos dramáticos hechos. Tras la derrota de los naturales en la batalla de Loncomilla el 5 de septiembre de 1557, se reunió el consejo mapuche en Pimaiquén para unificar el mando indígena mediante la elección de un toqui. El jesuita Padre Diego de Rosales en su "Crónica del Reino de Chile" relata así la elección de Caupolicán:
"Juntáronse muchos millares a un parlamento general para disponer el modo de hacer la guerra a los españoles y echarlos de sus tierras, y lo primero que trataron fue elegir un Capitán General que gobernasse las armas y a que todos diesen la obediencia. Inclináronse a que Talcagueno, como indiotan principal, elocuente y versado en la guerra, tomasse el mando, pero reconociendo el esfuerzo, la valentía y destreza de su sobrino Caupolicán, mozo de buena arte, membrudo, arrogante e industrioso, cedió en él la elección y le propuso a todos, por más alentado, más diligente y de mejor edad para el cargo; que por hallarse él ya cargado de años no se sentía con las fuerzas que requiere el trabajo continuo y desvelo del que gobierna y más a tanta multitud de provincias. Pareció a todos acertado consejo y con aplauso general y grandes aclamaciones recibieron por su General a Caupolicán, prometiéndole obediencia y fiando de sus bríos e ingeniosas trazas el acierto de la guerra"
Caupolicán fue elegido toqui de los mapuches a instancia del apoyo de su tío Colo Colo por su fortaleza física y valentía aunque no fue un estratega militar exitoso como había sido Lautaro. Combatió contra los españoles en la batalla de Millarapue donde fue derrotado, pero luego, el 20 de enero de 1558, impuso un sitio al Fuerte de Cañete que finalmente tampoco resultaría según sus planes porque los españoles lograron revertir la situación. Tras esta derrota los mapuches supervivientes se retiraron pero, una avanzada al mando de Pedro de Avendaño llegó a Pilmaiquén, y luego en la batalla de Antihuala el 5 de febrero de 1558 capturaron a Caupolicán como se ha relatado más arriba.
El Archivo Nacional conserva el original de la "Crónica del Reino de Chile, Flandes Indiano" del padre Diego Rosales y presenta, en reproducción digital, el capítulo en el que el jesuita relata la muerte de Caupolicán. En éste se narra además del hecho de Fresia, las últimas negociaciones del prisionero con sus captores, la sentencia de Alonso de Reinoso, la conversión al cristianismo que habría experimentado el toqui Mapuche en los últimos momentos de su vida, las victorias contra los españoles y los rasgos de su personalidad.
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Fuentes:
- "Crónica del Reino de Chile, Flandes Indiano" del padre Diego Rosales.
- Memoria Chilena: "Crónica del Reino de Chile, Flandes Indiano" del padre Diego Rosales.