Este día coincide con los rituales de año nuevo o de nacimiento del Dios Sol de las etnias mapuche (We Tripantu), aimara (Machaq Mara), quechua (Inti Raymi), rapa-nui (Aringa Ora o Koro) y atacameña (Likan Antai).
Es por esto, que hemos querido compartir un documento resguardado por el Archivo Nacional Histórico, en el Fondo perteneciente a la Gobernación de Magallanes vol. 8, que nos da a conocer la perspectiva que tenía una parte de la burocracia magallánica en relación al pueblo originario que habitaba Tierra del Fuego, los Selk’nam u Onas, y además nos presenta la realidad que vivian estos, a fines del siglo XIX. Este es una carta extensa del capitán de amigos Domingo Canales dirigida al Gobernador de Magallanes, dando un informe sobre el estado de los “indijenas Onas” en centros de asilo de la misión Salesiana, y de particulares, además de evidenciar el anhelo de su parte por mejorar las condiciones higiénicas en las que vivían y reivindicar su estancia en la sociedad de la época, la cual estaba dividida entre quienes los veían como enemigos y quienes les prestaban resguardo de los estancieros con fusiles.
La primera perspectiva, que nos da el capitán de amigos, sobre el trato hacia los indígenas de Tierra del Fuego, se evidencia al inicio de la epístola, con fecha del 10 de junio de 1896, aquí Canales detalla un encuentro que tuvo con “una niña indíjena de la raza Ona, de edad más o ménos de catorce años, en poder de la estimable Señora Hobbe, que ha sido ya inscrita en el Registro Civil con el nombre de Modestia Ona.” La cual ha sido ‘civilizada’ mediante la instrucción de la lengua castellana e inglesa y vestida por esta persona particular que llevaba protegiendo a la menor por casi 7 meses, no siendo la única además, pues en líneas posteriores da a conocer que existen tres niños más que estaban al cuidado de trabajadores de estancias, dejando claro que una de las prácticas para civilizar a los selk’nam era la de dejar a cargo de estancieros o colonos a los jóvenes indígenas que eran huérfanos o que se habían sido separados de sus familias.
Por otra parte, relata con más ímpetu las condiciones de vida de aquellos que eran enviados a la Isla Dawson, donde estaba el establecimiento de los misioneros Salesianos (1889- 1911), quienes pretendían evangelizar y educarlos en esta isla, despojándolos de sus tradiciones. Lugar en donde, por los escritos del sr. Domingo Canales, yacen en la miseria pues en el establecimiento residen “cien i tantas mujeres adultas i veinte i mas hombres dignos”, pero que no cuentan con una enfermería ni cuartos especiales para aislar a los enfermos que se habían contagiado de neumonía, tuberculosis, sarampión, o sífilis, principales enfermedades que los aquejaban tras la llegada del hombre blanco a sus tierras, y que se expandía y agravaba “porque se les recibe en sitios inmundos i nadie, desde el principio de su llegada, se preocupa de compensar de algun modo la rica alimentación de que disfrutaban esos hombres, ni de combatir con presteza los contajios de diferentes enfermedades que los invaden desde el primer momento de su contacto con las razas civilizadoras” que al no ser atendidos por la inexistencia de atención médica, “mueren al lado de sus compañeros como los seres más infelices que hayan habitado la tierra”.
Este relato de la realidad que vivían los Onas, nos da a conocer que la misión Salesiana era financiada por el Estado, que mediante la Gobernación de Magallanes, buscaba dar una solución al conflicto entre los nuevos colonos que llegaban a la zona producto de los beneficios que les otorgaba el Ministerio de Colonización, y los selk’nam que habitaban la zona antes de su llegada. Donde los primeros perseguían a los indígenas a punta de rifle, sobretodo la población masculina adulta, ya que las mujeres y los menores eran secuestrados para servir en las estancias ovejeras.
También podemos ver que existe un interés de parte del señor Domingo Canales, para ayudar a la población selk’nam mediante el Estado chileno, aunque incluso es una parte de este último el que propiciaba el exterminio de la etnia, proponiendo así la creación de establecimientos estatales para el resguardo de esta etnia que hasta esa fecha había sido mermada su población hasta perecer la 3ra parte de ella. “Se necesitan, pues, establecimientos civiles, laicos, en el centro mismo en que los indios habitan, para socorrerlos eficazmente i demostrarlos con verdadero amor civico i caridad cristiana” o que por lo menos se fiscalizaran estos asilos independientes del estado pero que recibían dinero de este.
Por último, don Domingo Canales nos deja testimonio de las intenciones del Estado, por llevar un censo o estado de la población Selk’nam, pero que era poco organizada sobretodo en el establecimiento de la misión salesiana pues no llevaban correctas cuentas de los nacimientos y defunciones “los señores salesianos solo llevan un cuadernito o libro que tenga que ver con los intereses de los indíjenas, i este es el de bautismos; pero, en verdad, ese cuadernito es tan inútil, que ni los señores salesianos saben que nombre pertenece a tal bautizado no los bautizados saben cómo se llaman, todo esto es en jeneral, salvo escasos escepciones”, lo que no ayudaba a llevar una verdadera cuenta de cuantos realmente morían día a día.
Finalmente, a través de este documento y de muchos otros que existen en el fondo de la Gobernación de Magallanes podemos reconstruir la realidad entorno a la visión y el trato hacia uno de nuestros pueblos originarios que fue duramente golpeado en los últimos años del siglo XIX, principios del siglo XX, y que podemos revivir a través de su recuerdo, pues nadie muere si se le es recordado.
Referencia: Gobernación de Magallanes Vol, 8
Escrito por Pamela Bustamante.
Transcripción
Punta Arenas Junio 10 de 1896
En complemento de las instrucciones recibidas de Ud. Con fecha 2 del corriente i al mismo tiempo satisfaciendo las aspiraciones que los deberes de mi puesto me imponen, me trasladé al puerto de la Tierra del Fuego llamado “Jente Grande” i a la isla de Dawson, i tengo el honor de dar cuenta a Ud. del resultado de mi viaje.__
En “Jente Grande” solo encontré una niña indíjena de la raza Ona, de edad más o ménos de catorce años, en poder de la estimable, Señora Hobbe, que ha sido ya inscrita en el Registro Civil con el nombre de Modestia Ona. La impresión que el estado de esta niña ha dejado en mi ánimo ha sido tan grata, que considero justo recordarla en esta nota.
Modestia habla, o mejor dicho, entiende bastante español e inglés; se hallaba perfectamente bien tenida i su aspecto sano, robusto, simpático i su irreprochable limpieza, como la intelijencia i disercion que reveló en todos sus actos, me interesaron a felicitar a la Señora Hobbe por el éxito obtenido en los 7 meses que esa niña se halla a su cargo i a agradecer en nombre de la humanidad i de mis propios sentimientos los cuidados i delicadezas que la señora ha empleado en favor de esa huérfana inocente. [ En margen: Al Sr. Gobernador del Territorio]
En la misma casa se me notició que en estancias lejanas del puerto había dos o tres niños Onas al cuidado de los empleados superiores de esas estancias. Dejé varios estados en poder de personas respetable para ser remitidos en primera oportunidad a los guardadores de esos niños, para que sean llenados con todas las indicaciones referentes a éstos.
No habiendo tocado el escampavia en puerto “Porvenir”, remitiré por el próximo correo al Sr. Subdelegado de la “Tierra del Fuego”, los estados i recomendaciones para que sean llamados conforme a los propósitos ya mencionados.
Mi visita a la mision salesiana italiana de la Isla de Dawson, establecimiento que ya conocia por haber ido dos veces desde Marzo del corriente año, antes de este viaje, me ha dejado dolorosamente impresionado, i aun escribo bajo la emocion de horror i de pesar que esperimenté al ver el abandono, el desaseo repugnante, la hiriente desnudeza i miseria en que yacen _ nó que viven_ cien i tantas mujeres adultas i veinte i más hombres dignos, por cierto, de mejor suerte, puesto que todos son inocentes, i se les ha llevado a allá esperando hallar en el sitio que se decora habilmente con una Cruz hermosa la práctica a la enseñanza que simboliza, que es de amor a la humanidad, de sacrificio i de caridad cristiana.
Oh! El envio de tanto infeliz a Dawson, es, señor, un error que cuesta centenares de vidas!
Los indígenas vigorosos que importan allá de la Tierra del Fuego, se enferman, porque se les recibe en sitios inmundos i nadie, desde el principio de su llegada, se preocupa de compensar de algun modo la rica alimentación de que disfrutaban esos hombres, ni de combatir con presteza los contajios de diferentes enfermedades que los invaden desde el primer momento de su contacto con las razas civilizadoras i por el cambio de vida a que violentamente se les somete, todo esto aparte de otras consideraciones que atañen a la intelijencia i sentimientos del individuo_ una vez enfermos, en Dawson no reciben atención alguna, ni se les isla siquiera, ni aun en este caso se les dá cama, i por horrorosa que sea la enfermedad que los ataque, ésta sigue su proceso al lado de los sanos o médios sanos agrupados en sitios miserables, que son contajiados a su vez, o mueren al lado de sus compañeros como los seres mas infelices que hayan habitado la tierra .
¡En cerca de ocho años los S.S Misioneros no han podido aun establecer una enfermería, a que de paso sea dicho, están obligados por su contrato con el Gobierno de Chile, ni siquiera un cuarto limpio con una o seis camas para curar a los enfermos graves!
Toda persona instruida sabe lo faciles o susceptibles que son las naturalezas virjenes o salvajes para adquirir por contajio todos los males de que adolecen los hombres civilizados i se sabe tambien lo faciles que son de combatir las enfermedades en los indios si se les atiende desde el principio del mal debidamente como a los blancos_
No quiero, Señor, entrar a describir los horrores de abandono i de miseria de que he sido testigo con otros pasajeros respetables que casualmente tuvieron ocasión de acompañarme a Dawson, porque considero suficiente lo anotado para llamar la atención de U.S hácia hechos tan graves con el objeto de combinar los médios de llevar por intermedio de U. S, un remedio eficaz a lo que considero un abuso i mal uso de la Mision que redunde en beneficio de los asilados en ella i en honra de la Administracion del pais.
Permitame al mismo tiempo U. S declararle respetuosamente que es tal mi convencimiento sobre los males apuntados, que mientras U.S me honre con el cargo de Capitan de Amigos de los indijenas del Territorio i protector de ellos, jamás volveré a consentir en que sea trasportado a Dawson ningun indijena de los que reducen en las estancias de la Tierra del Fuego, inter en Dawson no se coloque por el Estado un empleado civil que lleve los libros necesarios para dejar constancia con toda claridad, de los individuos que ingresan a ella, de los fallecimientos i demas inscripciones que tienen por objeto llegar a establecer el estado civil de una persona i que vigile el tratamiento de los indígenas por los S.S. Misioneros.
Tiempo es ya también de combinar un plan de servicio interno de esa misión, puesto que recibe beneficios del Estado, con el asentamiento i consejo de la autoridad administrativa de Punta Arenas, ajustandose a medidas hijienicas, a un reglamento sabio i cristiano, que brille por sus tendencias a conservar las vidas o personas de los indijenas asilados i a desarrollar su intelijencia i demas facultades humanas.
Esta medida administrativa no tendria nada de estraño, pues siempre que el Estado subvenciona alguna institucion o empresa, caso en que se hallan los S.S Salesianos de Dawson, impone algunas condiciones que tienen por objeto el bien público, i en todas circunstancias, tienen el derecho de vigilancia sobre la inversion de los fondos que cede, i mucho mayor derecho tendrá cuando vidas humanas se hallan de por medio en el objetivo de la subvención.
Actualmente, como creo haberlo dicho ántes a U.S, en la Isla Dawson, el único régimen o sistema interno de la misión se reduce a cuidar de una manera altamente deficiente de los niños de 5 años adelante, de ambos sexos i de los mocetones cuyas fuerzas pueden aprovechar facilmente en la explotación de los negocios establecidos en la isla (que no son pocos estos negocios, y a no tener ningún cuidado, el más mínimo cuidado para las infelices mujeres i hombres adultos que los misioneros, con la notable sagacidad de que se hallan dotados, se imaginan no poder aprovechar con facilidad.
Es asi como han muerto abandonados centenares de esos desgraciados que han caido en manos de la mision.
Considerando de otro modo, Señor estos asuntos tan interesantes i graves creo ser justo e imparcial al respeto a U.S que aunque en ese establecimiento de Dawson tratasen bien a los indios que se importan a allá, ese lugar separado de la Tierra del Fuego, único punto en todo el territorio de Magallanes en donde se persigue a los indíjenas i aun pierden asi sus vidas en la lucha por la vida despues de haber sido despojados de sus tierras, no presta el menor permiso para poner término a las injusticias que en Tierra del Fuego se cometen, porque los onas, los verdaderos indios perseguidos en el interior de la isla no viajan jamás en las canoas i por consiguiente no podrían no por obra de la casualidad llegar a la mencionada mision, ni en ningun caso acudirian espontaneamente a ella, porque es tal el horror que los onas tienen a ese establecimiento, que es una copia o reproduccion salesiana de la de Pais Grande, que muchas veces los he oido decir que ellos tienen dos enemigos poderosos, los hacendados con sus rifles i los padres con sus miserias i prisiones”. Conocen perfectamente la historia de las misiones de Rio Grande i de Dawson i conocen la indole de los hacendados de la Tierra del Fuego de modo, señor, que si se hacen sacrificios para reducir a los onas por medio de misiones cuyos directorios carguen vestidos todos o rifles se pierde completamente el tiempo.
Se necesitan, pues, establecimientos civiles, laicos, en el centro mismo en que los indios habitan, para socorrerlos eficazmente i demostrarlos con verdadero amor civico i caridad cristiana que entre los hacendados de la isla i los misioneros, cuya fama conocen, hai otra calidad de hombres a donde pueden acudir libremente i salir cuando quieran, porque el hogar de esos hombres es de paz i de ausilio para ellos, con tal de que no continuen la guerra de justas replesalias que sostienen con los estancieros; que el buen tratamiento que en esos establecimientos reciban haga entender claramente a los indíjenas que si la caza escasea en el campo, en las casas en que brilla siempre de noche una luz blanca i de dia flamea una bandera que lleva envuelta en sus colores una hija Del sol, que asi llaman ellos a las estrellas del cielo, ahí encontraran brazos abiertos que los reciban, alimentos suficientes i abrigo i vestidos para todo el tiempo que quieran; de este modo no habrá para qué tomen las ovejas de los rifleros invasores que tal califican ellos a los estancieros, aunque en verdad éstos solo son crueles i muchos de ellos homicidas, puesto que la invasión se ha efectuado con el consentimiento del Gobierno de Chile.
Deber es pues del Gobierno que no puede diferir en ninguna institucion, bajo ningun pretexto, reparar los males que ha causado; mucho menos confiar la reparacion a manos extrañas que pueden tener intereses antagónicos.
Seguir confiandose de elementos estraños, de misiones que la esperiencia ha demostrado ser completamente inutiles para hacer el bien de los indijenas, es declarada incapaz.
En cuanto a llenar, señor, los estados impresos que llevaba conmigo a Dawson para conocer en lo posible las referencias individuales de cada aislado o internado ahí, fue una materia verdaderamente imposible en razon de que los señores salesianos solo llevan un cuadernito o libro que tenga que ver con los intereses de los indíjenas, i este es el de bautismos; pero, en verdad, ese cuadernito es tan inútil, que ni los señores salesianos saben que nombre pertenece a tal bautizado no los bautizados saben cómo se llaman, todo esto es en jeneral, salvo escasos escepciones: deje algunos estados al Director del Establecimiento para que los llenase como le pareciera, pues yo no podia hacer nada formal en ese sentido con los datos que tenía a la vista, “aunque, en la noche, decia el Director, podria preguntarles cómo se llamaban; de qué raza eran i contarlos bien, en cosa de dos horas de trabajo”.
Es asunto sumamente grave penetrarse? De que en Dawson no llevan libro de Defunciones i de que los nacimientos son ahí estraordinariamente raros?
Tres veces pedí el libro de defunciones que suponia existiese i el señor Director abandonaba la pieza en que teniamos nuestra conferencia, como para ir tras de ese libro, pero siempre llego sin él; al fin me dijo que sumando los bautizados con los nó bautizados i restando ese número de la existencia actual, se podria averiguar el número de los muertos.
Esta respuesta solo puede calificarse de una manera mui desventajosa para la mision.
Como he dicho, hai centenares de muertos por falta de cuidados o de réjimen racional de la mision.
En los últimos tres meses han fallecido por abandono, tal vez mas de la 3ra parte de los Onas conocidos que se han llevado de Punta Arenas i Bahía Inutil I Porvenir a Dawson, i a algunos de estos vi gravemente enfermos doblados en el dintel del cuarto o pozo en que habitan cubiertos solamente con el resto de las frazadas que habian llevado de Punta Arenas.
Es mui notable lo que me decian los indios conocidos que la Gobernación envió de Punta Arenas a Dawson ¿”que hemos hecho allá para que nos hayan traido a esta prision? Llevenos allá, llevanos allá”.
Un muchacho de diez años que tengo a mi cargo, de la raza Ona lo llevé conmigo a Dawson con el objetivo principal de ver si encontraba ahí a su madre, en efecto la encontró desnuda i sumamente flaca i esa madre llorando i conociendo por los informes del niño el tratamiento que le dan en la Colonia, me decia solamente: “No dejes aquí a mi hijo; no lo dejes!”.
Dios Guarde a N.S,
Domingo Canales Y