Los nueve primeros cuadernos transferidos al Archivo Nacional fueron limpiados y empastados por la Unidad de Conservación y Restauración. Sin embargo, antes de pasar a encuadernación, la Unidad de Gestión de Proyectos Tecnológicos los digitalizó con la finalidad de que las imágenes incorporaran el documento completo, y además evitar que los volúmenes se desarmarán al abrirlos en el equipo del escáner.
El proceso de conservación duró una semana, y no significó mayores técnicas de reparación, pues la mayoría eran informes en un buen estado.
Los siguientes 13 cuadernos fueron restaurados y digitalizados gracias al aporte de la Archivo Histórico del Judaísmo Chileno perteneciente a la Fundación para la Preservación de la Memoria del Judaísmo Chileno. Un equipo liderado por la conservadora Pamela Díaz y dos colaboradores, Tomas Rubio y Francisca Undurraga, realizó una limpieza general y luego la restauración de las fojas más dañadas.
Esta segunda transferencia contenía documentos de distintas formas y materialidades, lo que significó aplicar otras técnicas de restauración y embalaje. Sólo tres volúmenes necesitaron una restauración profunda.
Posteriormente, los documentos fueron colocados, de manera transitoria, en cajas para ser conducidos a digitalización. Los sobres libres de ácido y las cajas de diversos tamaños son fruto del análisis y creatividad de los conservadores, buscando los mejores soportes para preservar los materiales.
La decisión de encuadernar la documentación radica en la importancia histórica de los documentos transferidos, respetando el orden en que éstos fueron archivados por el Departamento 50 de la PDI.
Finalmente, ya restaurados, los cuadernos pasaron a digitalización, y una vez devueltos fueron encuadernados con una tela especial, y colocados en cajas de cartón microcorrugado, especiales para su protección.